En esta ocasión, podemos estudiar esas situaciones, bajo la perspectiva de una teoría del aprendizaje social creada por Rotter y Murly en 1965. Me refiero al Locus de Control (LC), el cual se refiere a la percepción de lo que determina (controla) el rumbo de su vida de las personas. Es el grado en que percibimos cuáles son las causas de los eventos que pasan y del propio comportamiento da cada uno.
Es decir que el locus de control viene a ser la tendencia que tenemos a atribuirle la causa (o la culpa, en algunos casos) de las cosas que nos suceden. De esta forma, las personas podrían tener un Locus de Control Interno: en el cual se percibe que los hechos ocurren como efecto de las propias acciones, es decir, que es la persona la que controla el destino de su vida. El Locus de Control Externo habla de que los eventos ocurren por suerte, por azar o decisiones de otras personas.
Es frecuente ver muchas personas que poseen un locus de control externo. Éstas, se enfocan con frecuencia en buscar quienes son los culpables de sus desgracias: que fueron despedidos porque el jefe era un déspota, que los demás no lo aceptan porque le tienen envidia o que no ganó la lotería porque paso por debajo de una escalera.
Es muy conocido que “todos los extremos son malos”. También así, y aunque parezca contrdictorio desde un punto de vista moral o locus de control interno, que se responsabiliza por completo de todo, no es siempre muy sano. Cuando se empieza a responsabilizar de muchos eventos que en realidad no puede controlar, es posible que aparezca la culpa y la autocrítica. La ansiedad que produce no poder controlar todo, y la necesidad de evitar ciertas situaciones, puede provocar síntomas parecidos a la depresión, ya que nos recuerda las ideas irracionales que se plantean en la psicología cognitiva.
Pongamos un ejemplo: una mujer sale sola a la calle de madrugada para acudir a una fiesta. En el trayecto pasa por una calle obscura y de repente es asaltada por un delincuente. Cuando ésta regresa a su casa, le cuenta lo sucedido a su familia y ellos reaccionan de diversas maneras.
La madre, que tiene un locus de control externo, le dice que tuvo suerte de que no la golpearon. Que no se preocupe, pues esas son cosas que suceden y que fue el destino que lo tenia preparado para ella. El padre, quien tiene su locus de control interno, le reprocha que la han atracado, debido a que salio sola y atravesó por una calle oscura. Que debió haber evitado el asalto, tratar de pelear con el ladrón, o salir a la calle más temprano.
Sucede que la joven vuelve a salir a otra fiesta, pero esta vez se va en horas de la tarde, por calles transitadas y en compañía de una amiga. Y en esta ocasión, vuelve a ser asaltada, esta vez por dos sujetos que están armados con pistolas. Al regresar a su casa, otra vez le cuenta la historia a sus padres. La madre le dice nuevamente que son cosas que pasan, que la próxima vez se persigne antes de salir o que los ladrones las atracaron porque los martes 13 son de mala suerte. El padre, le dirá que deben aprender artes marciales, que no debían pasar por esas calles a ninguna hora y que en la próxima ocasión ande con más de tres personas.
Como podemos ver, ambos tienen posiciones radicales, pero las dos refleja una realidad: por un lado, hay ciertas medidas que pueden tomar como forma de responsabilizarse de las acciones y evitar inconvenientes, pero por otro lado también está que ciertos eventos están fuera de nuestro control y sería errado culparnos por ellos.
Por eso es bueno tratar de mantener un equilibrio, ya que como dijimos, los extremos raras veces son buenos, y cuando lo son, hay que analizarlos siempre a favor de equilibrar algunas áreas de la vida.
Artículo enviado desde República Dominicana por Indhira Bobadilla
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