En el antiguo colegio de San Ildefonso (como es costumbre) podemos encontrar una muy interesante exposición, siendo ahora el turno de una valiosa apreciación exterior a nuestra cultura indioamericana; se encuentra hasta el 27 de abril una exposición dedicada a la obra de Anni y Josef Albers.Esta es una exposición que causo en mi un gran asombro desde la primera vez que la visité, por ésta razón volví a ir un par de veces para poder apreciar con mayor detalle cada pieza, ya que aunque soy gran admiradora del arte proveniente de indoamerica nunca había tenido esta perspectiva de los textiles y las construcciones arquitectónicas de las culturas indioamericanas.
Anni y Josef Albers fueron miembros de la afamada escuela alemana de la Bauhaus, fueron una gran influencia durante el siglo pasado en el arte moderno norteamericano y europeo; pero a su vez ellos se vieron influenciados por nuestras civilizaciones indioamericanas. Los Albers realizaron diversos viajes por gran parte del territorio americano, los cuales dieron como producto una gran cantidad de obras de incomparable valor artístico, que aunque tienen un sobrevalorado peso monetario, es imposible dejar de hacer comparaciones con obras “artesanales” que no alcanzan ni una milésima parte del valor económico.
La inspiración en lo indioamericano les proveyó de herramientas técnicas para la creación de un nuevo tipo de arte en el que se imprimía la cosmogonía de una región, tipo de arte que ve más allá del etnocentrismo. Por ejemplo el color utilizado en la obra de Josef fue inspiración surgida del característico y pintoresco arte mexicano, por otro lado de la técnica de tejido aprendida por Anni en el Perú. En la exposición se puede apreciar que mediante 14 viajes a México, Perú, Chile y Cuba los Albers lograron comprender y aprender la profundidad del trabajo llamado erroneamente“artesanal” de los indioamericanos; entendieron que este es un arte milenario, un arte completo pues implica la expresión de realidades e incluso sentimientos.
Me gustaría retomar una frase que podía leerse en la exposición dentro de una carta enviada a Wissily y Nina Kandinsy, dónde los Albers señalan los siguiente: “México es verdaderamente la tierra prometida del arte abstracto, aquí tiene miles de años”.
Por mi parte creo que el apreciar el arte indoamericano ha sido una tarea complicada pues siempre se ha reducido al termino de “artesanía”, creo que es determinante desde la lingüística el lugar que le damos. Hay que comenzar a llamar las cosas por su nombre; si en un producto cultural encontramos la expresión de un sentimiento, una historia y una cosmogonía, es ridículo reducirlo al termino peyorativo de “artesanía”, es arte en toda la extensión de la palabra.
Por otro lado me cuestiono: ¿Tenemos que ser aceptados como artistas para serlo?, ¿Tenemos que vernos valorados por el extranjero para darnos cuenta de la riqueza que poseemos? A mi ésta exposición me hace darme cuenta que ésta visión occidentalizadora es hasta nuestros días un yunque que seguimos cargando; debemos aceptarnos y valorarnos sin preocuparnos por la aceptación y la valorización que nos dan aquellos ajenos a nuestra cultura. Sabernos indioamericandos, creativos , originales y diferentes debe de ser un punto de partida para desarrollar cualquier actividad en nuestra vida diaria. En cualquier caso es agradable conocer casos de artistas europeos que valoran el misticismo de lo nuestro, pero es aun mas agradable el reconocerse como un ser con una enorme creatividad, originalidad y el profundo sentido estético heredado.
Por ultimo me gustaría puntualizar que en esta exposición encontramos esa realidad que ha sido negada, esa realidad que nos han ocultado desde la conquista:
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