Por Gerardo Sánchez [Gero]

Han transcurrido los días de asueto que oficialmente se dieron para celebrar el inicio del movimiento de Independencia hace casi 200 años, siendo específico 198. Salgo a la calle y encuentro que con cada año que pasa, celebrar el evento histórico tiene un significado diferente. Mi padre comenta que no hay qué celebrar, ya que la situación del país no lo amerita. Mi madre compartiendo lo anterior prefiere quedarse en casa sabiendo que cada año es más difícil encontrar alguien que celebre con singular alegría un 15 de septiembre, de mis demás familiares y amigos no falta qué decir.

Despierto con singular pesadez, pero con la esperanza de que en la noche un buen documental de producción mexicana llamado “En el Hoyo” estará esperando por ser visto, y ver el por qué de su gran promoción por varios días de parte del canal Discovery. Los minutos pasan, aprovecho la tecnología del organizador personal que la escuela nos ha obsequiado para revisar las noticias del día, quedo sorprendido, leo sobre el atentando terrorista en Morelia. De esta forma me entero pocos minutos después de lo que La Jornada editaba acerca de violento suceso. No tardaría para que los noticieros en televisión lo convirtieran en su primera plana.

Semanas antes veíamos en todos los medios la cobertura sobre la marcha por la paz. Nos enterábamos del asesinato de veinticuatro personas en la zona de La Marquesa en el Estado de México. Comentábamos acerca de los dos gritos que se darían cita en el Zócalo, en tiempos diferentes nuestros dos gobiernos nos recordarían que por lo menos una vez al año somos independientes. Ver el documental que cité en el párrafo anterior me hace creer que es mejor retroceder unos años y mejor hablar de la construcción del segundo piso en la ciudad, tema central del mismo. Hoy día los medios sólo se han dedicado a literalmente perseguir con cámara y micrófono a las personas que según la constitución, deben brindarnos seguridad. Me ha indigestado la información que nos han bombardeado día a día acerca de la inseguridad del país.

Realmente pienso en las personas que caminaban en el momento en que las granadas fueron arrojadas a aquella plaza de Morelia. Los gobernantes tomaron la palabra terrorismo para nombrar lo sucedido, repudian el acto, pero saben sus raíces. Escucharemos discursos llenos de palabras de aliento que intentaran calmar a una población que está harta de ellos. Escucharemos que se emprenderá la búsqueda de los culpables, cuando pareciera que muchos no sabemos las raíces del conflicto, - algo tan normal en el acontecer diario mexicano, pero que nosotros mismos alimentamos-. Se le dirá a los medios que se han encontrado a los culpables, pero la duda siempre quedará en toda la población, la cual hoy en día hoy deja de creer en los ideales de libertad que se engendraron en la mente de aquellos sublevados a la corona española. La Independencia de México sólo es una fecha que se escribe en los libros de historia, como tal realmente no la palpamos .

Hace casi 200 años criollos independizaron una colonia española que buscaba tener sus propios estatutos y fundamentos, al fin y al cabo administrada por los mismos que la colonizaron, no quienes en principio la habitaron e hicieron suya cientos de años atrás. Llegó la Revolución y tocó turno de buscar nuevas oportunidades de aquellos que fueron olvidados en los preceptos de la Independencia, lo lograron. Aún así hoy en día vemos las grandes lagunas de estos movimientos armados e ideológicos. Tiempo después también el EZLN hizo lo suyo, cuestión que logró captar la atención hacia los pueblos indígenas y su gran influencia en la cultura e historia de México.

Casi todos los sectores de la población han tenido participación en la historia de nuestro país. Ahora la pregunta que queda es: si de lo trasatlántico partimos a lo nacional y de lo nacional a lo regional, ¿de quién nos tendremos que liberar ahora?.

Muchos han tomado el año 2010 como un año clave en la historia de México. Al paso que vamos nadie ha tomado las riendas para poder hacer un gran cambio en nuestra nación, la cual día a día pierde su identidad y con ella el número de páginas de cómo es contada, leída y estudiada.