Debido a la alta demanda de la fibra de henequén en el mercado mundial comenzó a manifestarse la expansión de la propiedad privada de los grandes hacendados por encima de las propiedades comunales dedicadas a la producción para el autoconsumo, y que sólo algunos días a la semana producían para el señor feudal.
El gran impulso al desarrollo de la hacienda henequenera como unidad de producción a partir de 1852, sería el financiamiento que banqueros norteamericano de corte capitalista invirtieron en la producción de la fibra de henequén, pues las condiciones expansionistas del país vecino demandaba gran cantidad de cordeles hechos de henequén. Sin embargo la mayor demanda de la fibra de henequén se da a partir 1880 con la invención de la Máquina Mc Cormick; máquina cosechadora de trigo que requería para su uso una gran porción de hilos agrícolas siendo su mejor opción el henequén, ya que el costo de éste era muy barato. Con estos acontecimientos se da el gran auge del oro verde (henequén) pero con ello se imponen también las condiciones de producción así como las condiciones sociales a las que se le somete a los indígenas mayas una vez que se les arrebata sus tierras, sus tradiciones y costumbres milenarias incorporándolo como peón de manera definitiva a la hacienda henequenera. Los grandes hacendados hicieron de la producción henequenera un claro ejemplo de la consigna de paz, orden y progreso que el porfiriato adopto fielmente en su imitación a la ideología positivista.
El progreso material se manifestó con elegancia en la ciudad de Mérida, en las calles, las avenidas, paseos, edificios públicos y residencias privadas. Todo ello como un reflejo de la ideología y proyecto de modernidad e imitación hacía la cultura francesa impulsada durante el Pofiriato. Caminar por las calles del centro de Mérida, es contemplar un fiel ejemplo de imitación francesa y sensibilizarse por los contrastes clasistas que la hacienda henequenera fue capaz de generar, ese contraste tan marcado entre los grandes hacendados y los miserables peones henequeros.
Con la sustitución de los cordeles de henequén por los cordeles sintéticos, la industria henequenera toca su fin de manera definitiva a finales del siglo XX, quedando sólo las ruinas de las majestuosas haciendas porfiristas. En la actualidad algunas de las haciendas henequeneras más importantes de Yucatán permanecen totalmente restauradas y destinas por completo al turismo.
0 Response to "Las haciendas henequeneras en Yucatán; un fiel testimonio de majestuosidad económica durante el porfiriato."