Jorge Dexler en Lima // Polideportivo de la PUCP
Eran las 8.15 p.m. y estaba ansiosa en la combi porque el tráfico pintaba mal en la Av. Universitaria. Imaginaba que todo el Polideportivo de la Universidad Católica estaría lleno y que sería un desorden entrar. Después de 10 minutos me vi, ante las miradas impacientes de los señores de seguridad, buscando desesperadamente la entrada en la cartera. ¡Estaban en la billetera!. De un salto estaba allí, el ambiente dentro de la universidad estaba tranquilo mientras yo iba casi trotando hacia el punto de encuentro con Diana y Marivi, compañeras de fanatismo. Llegué primera, estaba contenta y tranquila por fin, buscando caras conocidas alrededor. Marivi y Diana llegaron unos minutos después. Todo quedó oscuro y Mabela Martinez, conductora del programa Sonidos del mundo, además de co-organizadora del concierto, nos dio la bienvenida presentándonos a William Luna, quien nos pondría en calor con Ninachay acompañado solo de su guitarra y una excelente joven charango.
El escenario enrojeció con las luces y los gritos empezaron, los flashes se aunaron al tumulto y Jorge Drexler apareció en el escenario con un cálido y breve saludo, como si ayer hubiéramos almorzado juntos. Agradeció la presencia de todos y nos contó que estaba sorprendido, que no esperaba que tanta gente fuera a visitarlo. Empezó con Un país con el nombre de un río, y ya nos tenía embobados, en especial a la mayoría femenina presente. El tono minimalista de la puesta en escena, el ambiente íntimo y los efectos de sonido experimentales esparcidos en toda la noche hicieron del concierto una experiencia única. Nos paseo en Polvo de estrellas y La vida es más compleja de lo que parece con su voz casi tímida y todo su encanto, concedió al público canciones fuera del repertorio como Horas, para luego ser envuelto en aplausos.
Después de algunas canciones más nos dijo que le tocaba el turno de complacerse a si mismo, e invito al escenario a sus sonidistas y productores, quienes a cargo de una especie de theremin y una caja de ritmos lo acompañaron en Raquel. Siguió con La Pompeya, de Chabuca Granda, y Dance me to the end of love, de Leonard Cohen. Nos confesó que tenía entradas para estar en el concierto de este último, pero tubo que disculparse con su amigo Leonard pues iba a tocar en Lima. Siguió con Hermana duda, y luego con el increíble momento de El pianista del Ghetto de Varsovia. Casi beso a la desconocida del costado por la emoción.
Continuó con Don de Fluir y Fusión, para despedirse (por primera vez) con Todo se transforma. Mientras empezábamos a pedir otra con a todo pulmón frente al escenario vacío, todo el público empezó a correr hacia el frente, dije: ¡Diana, corre! ¡Y 5 segundos después ya la había perdido!. Tras escabullirme de un gorilón de seguridad estaba ya parada sobre una silla de la zona super vip (había abandonado mi original asiento vip) y cámara en mano respire hondo, como nos indicó Jorge Drexler para que nos calmáramos (increíble… ¡ya estábamos en una sesión de yoga!) Nos preparaba para la aparecición de Magaly Solier, con su dulcísima voz, la que calificó como una de las mejores del mundo, y cantaran juntos el huaino Ojos Azules. De pronto, Jorge se despedía de Magaly y del público, por segunda (pero no última) vez.
Todos querían más, y seguíamos pidiendo más de Drexler, algunos incrédulos se iban yendo, cosa que era perfecta para los que todavía teníamos esperanzas. Y así, volvió por tercera vez. Ahora, en la zona platinium (después de atropellar a al menos dos viejitas) cante Salvapantallas y Gracias, y saqué la foto que más me gustó. Simplemente genial, genialmente simple. Diana, Marivi y yo, chinas de contentas, no dejamos de comentar cada detalle hasta despedirnos.
Más Información acerca e Jorge Drexler en: http://www.jorgedrexler.com/
esa noche fue buenazaaaaa, buenas fotos clau!