Por Diana Chaman Salas
¿Igualdad para quién? La sociedad civil en un contexto de globalización
“El silencio del pueblo es tan solo la tregua del vencido,
Cuya queja se considera un crimen.
Esperad a que despierte…un día cualquiera romperá sus cadenas;
Las romperá quizá con el pretexto más fútil y recobrará por la fuerza
Lo que le fue arrebatado”
Maurice Joly
Cuya queja se considera un crimen.
Esperad a que despierte…un día cualquiera romperá sus cadenas;
Las romperá quizá con el pretexto más fútil y recobrará por la fuerza
Lo que le fue arrebatado”
Maurice Joly
En el proceso de globalización, la complejización y reestructuración, a varios niveles, de los sistemas de gobernancia, así como la institucionalización de la política inter
nacional pueden conjuntamente fomentar la formación de una serie de cambios en relación a la acción social. Tales cambios podrían llevarse a cabo mediante movimientos sociales que reaccionen ante una serie de fenómenos de interés común. La Sociedad Civil, por ejemplo, tiene la capacidad de manejar su derecho a la voz y el voto y participar en la política al representar la “dimensión social de la globalización”. Así, la sociedad civil representa la integración de sistemas sociales y culturales dentro de un mismo movimiento.En relación al poder del estado y del mercado, la sociedad civil surge como nexo entre la sociedad misma y los entes reguladores e institucionalizados. De este modo, y sin dejar de lado su carácter social, puede participar como representante política de la sociedad frente a los distintos procesos manifestados por la Globalización, valiéndose, a su vez, de las herramientas tecnológicas que facilita la globalización, usándolas como medios de comunicación y desarrollo conjunto y oportuno. Mucho se opina acerca de la “aceleración de la interdependencia”, asumida como efecto del proceso de la globalización. Creo que esta postura, que maneja la idea de hacer partícipes a más sectores en la toma de decisiones, es mucho más conveniente que los posibles movimientos de protesta, que se dirijan a las masas y opten únicamente por la presión política. Puede sacarse provecho, pues, de la red socio – política internacional que tiende a complejizarse entre grupos de interes y movimientos sociales con apoyo del desarrollo tecnológico. En este punto surgen ciertas dudas: ¿Quiénes realmente llegan a compartir información? ¿Hasta qué punto existe libertad de pensamiento y acción política a través de las principales vias de comunicación?, ¿Desde qué perspectiva se está llevando al debate temas de interés mundial?
Podemos ver que en la actualidad, la esfera pública está compuesta, en primer lugar, por multinacionales y organizaciones gubernamentales internacionales pero…¿Quién representa a las comunidades rurales? ¿Acaso los pobladores de los cinturones de pobreza de América latina tienen siquiera espacio para hablar y ser escuchados eficientemente en los aparatos públicos de toma de decisiones? Mientras existen asociaciones civiles y ONGs que se comprometen con el desarrollo social, son pocos los trabajos de empoderamiento directo para las personas con menos oportunidades para desarrollar su potencial y mejorar su calidad de vida. En otras palabras, los pobres, los marginados y los olvidados por su Estado aún no encuentran su lugar en la arena política aparentemente parcelada. En este punto es preciso preguntarnos si, en medio de una globalización disfrazada de democratización, existen realmente personas más o menos iguales a uno como para ser obviadas o bien tomadas en cuenta.
Se cree que el mundo se adapta a una, cada vez mayor, “transnacionalización”. Así, si bien hoy en día encontramos una serie de actores principales, aún no existe algún actor o ente supranacional regulador que permita dar orden a esta nueva estructura, de modo que a menudo podemos caer en la anarquía de posiciones, decisiones y polaridades. En este punto, es la economía, el factor más influyente en el consecutivo orden temporal, internacional. Es así como los medios o herramientas que sirvan como medio de toma de decisiones para la sociedad civil, en conjunto con otros actores políticos, puede fácilmente sufrir un proceso de instrumentalización, con fines privados.
Por otro lado, otro de los efectos de la globalización económica, cuyas bases son los flujos comerciales históricos, es la polaridad que se genera entre países. Desde mi punto de vista, en muchos casos, en lugar de alcanzarse una interdependencia, se obtiene una dependencia económica entre países y se favorece a una constante lucha de intereses, sobretodo entre países del sur. Asimismo, los tratados de libre comercio, tan en boga hoy, nunca serán concebidos, pues, como simple ayuda a mercados menos estables.
También es cierto que frente a la globalización se pueden dar situaciones como el imperialismo cultural y, al mismo tiempo, existen mayores facilidades tecnológicas para el desarrollo. En tal sentido, las mejores estrategias de los movimientos sociales que hagan frente a la globalización, deberán basarse en alternativas distintas que permitan darle un uso provechoso a las herramientas con las que se cuente en el proceso. Así, aún cuando su uso siga siendo restringido, la tecnología en los medios de comunicación puede ser un instrumento sumamente útil para los movimientos sociales organizados. No se trata pues de aceptar la inequidad globalizada sino de hacer uso de las ventajas de la globalización con el fin de reestructurar lentamente los sistemas y aparatos políticos decadentes a través de la exigencia de una mayor participación política.
La globalización está en nosotros mismos, como parte de un todo cambiante; el reto es la participación activa, la exigencia del uso correcto de las tecnologías, así como de la equidad. Igualmente, es importante formar parte de las desciciones globales vinculantes, en la medida de lo posible. Para ello será relevante la demanda y acción de reformas en relación al papel de los medios, como fuentes de opinión pública, que permitan la conscientización de los pueblos y la generación de bases más sólidas para la futura concretización de democracias en nuestros países.
Finalmente, las organizaciones sociales de base así como los movimientos campesinos tienen también el derecho y la capacidad de empoderarse. Sin la voz de estos y otros actores en la toma de decisiones, la acción política vinculante no tendría sentido. El trabajo de campo, la praxis es además complementaria al terreno de las ideas. De modo que no solo hace falta discusión y debate de distintas posturas complementarias, sino también acción. Este es, pues, un momento crucial para actuar y pensar en política.
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