“A imitación del mundo matemático, el universo del lenguaje no se construye sino que se explora: La obra no puede engendrarlo porque ese universo precede a toda obra, porque en él ninguna podría llegar a ver la luz.”
Raymond Queneau.
El índice de personas que se permiten, al menos una vez a la semana, presenciar una exposición artística, una obra teatral o cualquier actividad cultural es menor que aquellas quienes pueden pasar más de dos horas viendo el televisor o conversando a través de la web, y son éstas quienes proclaman sin reparo la falta de tiempo en toda ocasión.
Si bien, mi comentario quizá no esté distante de ser una simple crítica convencional y trillada puesto que surge al cuestionarme ¿Cuál es la diferencia de nuestros juicios comparados con los que se tenían a penas a tan sólo un poco más de un siglo? Inquietud que se ha planteado un sin fin de veces en distintas facetas y en múltiples términos.
A finales del siglo XIX existían artistas plásticos, escritores, músicos, científicos, etc., que con su obra convulsionaron a la sociedad de su tiempo, provocando la hostilidad desaprobatoria tanto a sus creaciones como a todo aquel que fuese símil en su conducta.
Como ejemplo la obra de Alfred Jarry, dramaturgo y poeta francés que con “Hechos y dichos del Dr. Faustroll, patafísico” logró la organización de aquellos autores, como Boris Vian, Raymund Queneau o Jean Miró, quienes comulgaban ideológica y creativamente entre sí, para crear el Colegio de Patafísica o “Sociedad de Investigaciones Eruditas e Inútiles”.
La Patafísica, definida por A. Jarry como la ciencia de las soluciones imaginarias, corriente cercana al surrealismo y dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y de las leyes que regulan las excepciones, emplea el lenguaje científico como motor de crítica social y descubrimiento de nuevas vías literarias, invocando al absurdo como todo movimiento surrealista.
Hoy en día, tal vez nada nos sorprenda, y pocos o nulos movimientos sociales o culturales surjan de ello. Pero la crítica continúa siendo la misma, sin o con asombro, tan vigente y tan inquisitiva como si el tiempo y la historia pasaren desapercibidos. Y poco o mucho nos queda por hacer para conmover al espíritu irreverente de nuestra imaginación y así lograr, una vez más, la histeria social fundada en un sin sentido más provechoso.
Si bien, de nuevo, mi comentario quizá no esté distante de ser una simple crítica convencional y trillada puesto que surge del tiempo que le brindo al fortuito letargo contemplativo de mi razón, es aquí donde me permito hacer una simple sugerencia a ti que dedicaste un fragmento de tu tiempo para leerme y que seguramente dispones de otro tanto sin saber como emplearlo:
Ubu Rey de Alfred Jarry, que se presenta bajo la dirección de Gilberto Guerrero dentro del marco de la Temporada Académica ‘09 de la Escuela Nacional de Arte Teatral en el Centro Nacional de las Artes, Río Churubusco 79 Esq. Calz. de Tlalpan Col. Country Club. De Miércoles a Viernes, 18hrs; Sábados, 19hrs y Domingo, 18hrs. Hasta el 4 de Julio.
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